¿Qué soy? Quizá es la crisis de los 20 algo tardía, 3 meses después de cumplidos. Está claro que ya no soy un adolescente. ¿Entonces? Es esta edad confusa, no soy un hombre, no soy un niño (nunca más). ¿Qué soy? Otra vez la pregunta resuena en mi mente. ¿Joven? ¿Adulto? No lo sé, estoy perdido. No sé cual es el siguiente paso a dar, y el camino que me ha llevado hasta aquí no me da pistas. ¿He madurado? Tampoco lo sé. Creo que he madurado en aspectos que en este momento de mi vida no me sirven, por lo que supongo que no, no he madurado. Necesito una luz, una guía en esta senda oscura. Necesito que me coja(s) de la mano y me guíe(s).
No, no soy un hombre. Los hombres no lloran, o eso dicen.
Lo único que puedo asegurar es el gris de mi vestir. Mi atribulada mente no puede más. Necesita esclarecer mi condición humana en este momento. No puedo comportarme como un adulto durante el día para acabar teniendo una pataleta monumental al final del día. Ya llevan siendo demasiados días seguidos así y no es bueno, ni para mí ni para mi entorno.
He de actuar drásticamente, pero no sólo en un momento puntual, ni durante un par de semanas. Mi actuación drástica ha de ser permanente. Llevo 30 minutos sin escribir este papel sólo para escribir otro mucho más importantes. Ideas maquiavélicas reposan en él, esperando a ser tachadas poco a poco. El tiempo y la situación juegan en contra, pero contra viento y marea he luchado tanto que pocas cosas me harían desistir.
Necesito un cigarro. Pausa.
Era impropio no fumar en este momento. Creo que voy a pasar toda la noche leyendo. Al fin y al cabo, los sueños últimamente son ruido para mí. Es increíble como este papel se esta convirtiendo en un reflejo de mis inconexos pensamientos. Y es que junto a la filosófica tarea de definir mi existencia, otro tema me carcome. Te quiero. Tenía ganas de escribirlo. Te quiero, te quiero, te quiero. Lo sabes pero necesito decírtelo más y más, te necesito en mi cama para que la oscuridad de mi cabeza no me consuma en vida. Era fácil de asumir que la luz y guía que necesito es la tuya y sólo la tuya. Mi escritura no destaca por la discrección precisamente... Y es que todo saldrá bien, te lo aseguro. ¿Que por qué lo sé? ¿Por qué estoy tan seguro? ¿Que qué clase de brujeria es esta? Simplemente porque tenemos el potencial de ser increíblemente felices juntos y tengo la determinación de que lo seamos. Porque sé que tú también quieres lo mismo que yo. Y porque, como leerás pronto de mi puño y letra, tengo un plan.
Llevo un rato pensando como acabar esto. Creo que lo mejor es acabar como hago con las cartas.
Te amo siempre. Alejandro
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 pensamientos:
Publicar un comentario