Massive heart attack.

19/9/11

Comiendo techo. Mientras la ciudad se encuentra llena de luces, una se apaga. ¿Se ha fundido una bombilla? ¿Ha muerto un sol? ¿La esperanza se marchita? ¿Acaso es una vida la que pierde su color?  ¿O es alguien que pierde la luminosidad de su día a día? ¿Alguien ha perdido su razón de despertar? ¿O simplemente ha apagado la lamparita de noche?
Todas esas cosas, y más, pasan cada las noches. Pero claro, las carnes ajenas no duelen, y amortiguan el frío que congela la medula. Las paredes escuchan indolentes el pesar y el maldito azar del reproductor se compadece de las almas en pena, sumiéndolas en su nicho de bulevares vacíos y parajes inhóspitos. Los cantares de luz y de sal se pierden hasta nuevo aviso, mientras el blues se apodera del mundo. El whisky sin soda no lo consideran lúdico, sino obligatorio. Ven antes el gris plomizo de los días de lluvia que el arcoíris. Sustituyen la belleza por las cicatrices. Se convierten en el hombre del traje gris, cada uno con su propio mes de abril.
Es cuestión de actitudes. Hay quien se enfrenta al gris con un bote de pintura y una brocha, hay quien le da la espalda y hay quien se pierde en su profundidad.

Las noches son largas, y son el peor enemigo de los insomnes.

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