Noches de luna.

9/3/12
Pasaron muchas lunas llenas desde aquella. Sin ser el momento, sin ser el lugar, sin ser las personas correctas. Los años corregirían esos defectos, pero él y ella recorrerían caminos distintos hasta ese punto. Y nunca volvería a ser viable. A pesar de ser el momento, el lugar y por fin, las personas que debían ser. Correctos. Siendo cada luna llena una espina clavada, que ahondaba, que se encallaba e infectaba mientras lo negaban sistemáticamente. Buscaron otros brazos, otros besos, otra piel. Ella se jacta del error de él y aprieta. Él reconoce su error y exterioriza lo contrario a lo que lleva dentro. Igual que ella. Y aunque pequeños indicios les lleven a la posibilidad de equivocarse o acertar, no lo harán. Y la espina sigue envenenando. Y se siguen teniendo clavados el uno al otro, sin remedio.

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