Recupero actualización del fotolog. A pesar de que el conocimiento me dice ahora que me equivoqué en varias cosas, sigue siendo una buena explicación:
Nuestros genes llevan, desde que somos engendrados, un boceto bastante
difuso, a mano alzada y con muchos espacios en blanco de la que sería
nuestra pareja ideal. Bendita evolución, nos condiciona desde la base,
sabe desde antes de nacer, qué genes les conviene a nuestra prole.
Pero
no sólo eso nos condiciona, sería muy triste. En la psicología, la
última tendencia en el estudio del amor es la teoría de la
correspondencia: buscamos la pareja que creemos merecer.
Al parecer,
ya que la psicología no es lo mío, ese boceto genético lo completamos en
nuestra infancia, más o menos desde los 5 hasta los 8 años. ¿Cómo? Pues
con relaciones con la familia y amigos, con experiencias personales y
demás hechos “azarescos”. Así, ese mapa conceptual del “amor verdadero”
está algo más completo, pero aún hay huecos que llena otro mecanismo
más…
La química del amor. Lo que hace que actuemos como
auténticos gilipollas, lo que hace que consideremos a una persona como
perfecta y nuestra felicidad (otro proceso químico del que ya hablaré)
dependa sólo de un individuo. Electricidad, diferencia de potencial o de
concentración, hormonas, iones, incluso pequeños azúcares.
Hagamos un breve resumen del proceso.
Vemos
a la persona deseada. PUM! Se dispara la señal de alarma, nuestro
cuerpo entra en ebullición, todos los sistemas trabajan a toda prisa. El
hipotálamo segrega catecolaminas que activan la producción de todas las
glándulas del cuerpo, en especial de las suprarrenales, que rápidamente
liberan a nuestro torrente sanguíneo adrenalina y noradrenalina,
estimulando el sistema nervioso simpático. Enseguida se notan sus
efectos:
-El corazón se vuelve loco.
-La presión sistólica se va a las nubes aumentando el gasto cardíaco.
-Se liberan grasas y azúcares a la sangre para quemar en los músculos (sí, estar enamorado adelgaza)
-Aumenta la eritropoyesis(génesis de glóbulos rojos) para satisfacer las demandas del organismo.
Estos
efectos son los inmediatos, los que se producen en el momento y nos
convierten en un flan tembloroso y con la habilidad dialéctica de un
gangoso.
El Sistema Nervioso Autónomo se descontrola. Mares
hormonales e impulsivas nos bloquean el pensamiento racional, activando
sentimientos más simples y primitivos: orgullo, celos, miedo… Los
nervios entran en máxima actividad, intestinos, glándulas lacrimales,
vejiga, genitales, músculos, piel… El SNA los bombardea de información y
trabajan a toda prisa: “Eh tú! Pon los pelos de punta! El que está más
pallá secreta aldosterona! Vasos sanguíneos, dilataos! Ahora
constreñíos!...”
Fuerza de voluntad y pensamiento racional no existen. Solo los sentimientos a flor de piel.
Todo esto es el reflejo primario, pero el sistema se refuerza con el tiempo gracias al flujo hormonal encefálico.
Y
aquí entra la protagonista: Feniletilamina. Al producirse el
enamoramiento primario, hay una inundación de esta sustancia en el
cerebro. Activa el sistema de la dopamina (esta hormona es la del
placer, refuerza comportamientos positivos y castiga los negativos). Ya
tenemos el por qué si nos corresponden somos tan jodidamente felices y
si no, somos tan desgraciados. También activa la norepinefrina y la
oxitocina, dando lugar a la atracción sexual tan ligada al amor.
Aquí
también tenemos algo curioso: estas 3 hormonas en conjunto hacen que
dos enamorados pueden hacer el amor, conversar, hacer vida en pareja sin
que aparezca sensación de cansancio ni sueño (por algo el sexo es mejor
estando enamorado…).
Durante el tiempo que la cascada de feniletilamina siga actuando, estaremos enamorados, veremos el mundo de color de rosa, etc.
Y
qué es el mal de amor? Síndrome de abstinencia de la feniletilamina. Es
una jodida droga dura (es la base de las anfetaminas, de la mescalina, y
del LSD), por lo que se sufre un verdadero “mono”.
Se dice que
el chocolate es bueno para el mal de amores. Pues es verdad, contiene
feniletilamina (aunque en muy baja concentración).
La cascada de
feniletilamina tiene fecha de caducidad: es un gasto enorme para el
organismo, además de que como con todas las drogas, se va cogiendo
resistencia, por lo que poco a poco decae por dos motivos, la
resistencia y el desgaste orgánico. Normalmente, dura entre 1 y 3 años,
pudiendo durar más, o pudiendo durar menos. Tras eso está la disyuntiva
de seguir juntos con otras manifestaciones más básicas de amor, o romper
la pareja.
En el caso de continuar con la pareja tras la “fase de
luna de miel”, el amor se mantiene gracias a las endorfinas, que dan
placer aunque en menor medida que la feniletilamina.
Y esa es la bioquímica del amor, a grandes rasgos.
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1 pensamientos:
En qué es en lo que te equivocaste?
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