Parte III: nervios, disfraces y tú.

14/2/11
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Otra vez más, Kirk se levantó con los ojos secos y empañados por las lentillas. "Necesito unas gafas" se dijo. Esta vez, se levantó más activo, estaba hecho un manojo de nervios. Sabía que hoy era el último día y empezó a prepararlo todo. Buscó sus batas y pijamas y revolvió el botiquín. Vendas, vías, jeringas, pinzas kocher, esparadrapo, gasas... De todo un poco. Cuando terminó, habló con Helena.

-¡Tíiia! ¿A qué hora?
-Pueeees ¿a las 6 en Telefo?
-Veeenga.. ¡Pero no tardes que hace frío!
-Sí, sí, frío... Tú lo que quieres es pasar el máximo rato posible con Celia, ¡tontorrón!
-Helena... que te peten. Pero sí, la verdad.
-Si es que te conozco demasié...

Tras colgar, Kirk se dio cuenta de que quedaban 3 horas hasta las 6 y ya había preparado todo. Así que se tumbó en la cama a pensar, mientras seleccionaba canciones de Halloween. Misfits, Black Sabbath... Mucho metal y canciones muy oscuras, que recordaban el espíritu de la festividad. Se metió en la ducha y permaneció un largo tiempo bajo el agua, pensando. Se lavó los dientes, se recortó la barba, se intentó peinar. Quería estar perfecto, sabía que era su última oportunidad, y por ello estaba tan pensativo. Se vistió con sus pantalones rotos y la camiseta de los pulmones, que era la que mejor le quedaba y salió a la calle, cogiendo antes el maletin y los trajes.
En cuanto salió se arrepintió de no haber cogido una chaquetilla, hacía bastante frío y viento. Pero bueno, enseguida se pondría la bata. Esperó en el sitio de siempre a Helena, mientras fumaba. Como es costumbre, llegó casi una hora tarde, y Kirk estaba cada vez más nervioso y con más colillas a su alrededor.

-Ya era hora, coño!
-Joooo lo sientooo!! Bueno, antes de ir a casa de Carmen, tenemos que pasarnos por los chinos... tenemos que comprar algo para hacer la sangre!
-No me jooodas! ¿Y a qué hora vamos a llegar entonces?
-Ai, Kirk, no seas mongolo... Ya sé que quieres verla, pero tienes toda la noche.
-Bueno, venga, vamos rápido.

Fueron a los chinos y no encontraron sangre artificial por ningún lado, así que compraron barras de labios y ceras para la cara, con esperanza de que diera el pego. Por fin se encaminaron a casa de Carmen.

-Te veo raro eh... ¿Tan nervioso estás? - dijo Helena.
-Joder sí... Pero es que no sé, me encanta esta chica.
-Puf... ya te he dicho, no te hagas ilusiones...
-Ya... No, si al final tendrás razón como siempre... Bueno, ¿subimos?
-Vaaamos.

Llamaron a la puerta y subieron. Les abrió el padre de Carmen y las chicas, que ya estaban allí les dijeron que ya era hora. Se saludaron y empezaron a hacer los disfraces. Kirk se enfundó la bata, le dio a Helena la suya y le dio a Carmen el pijama. De mientras, Celia e Irene preparaban una sábana vieja para hacer el camisón de Irene. Celia llevaba un camisón viejo de la madre de Carmen. Ella decía que parecía una abuela, y era verdad, pero Kirk pensó que estaba preciosa.

Kirk, Helena y Carmen subieron y mientras Carmen se cambiaba, Helena y él derretían las cosas para hacer la "sangre". Kirk no hablaba mucho, no hacía más que pensar. Helena se lo notó y le dijo que no estuviera nervioso. Carmen llamó a Helena para que le ayudara con algo y él se quedó terminando de hacer la sangre. Cuando volvieron Helena y Carmen, las dos sonreían mucho. Kirk no le dio mucha importancia y se pusieron a mancharse las batas y el pijama y bajaron a ver como iban Irene y Celia.

El camisón de Irene estaba casi terminado y empezaron a manchar otra vez todo de la falsa sangre.
-¡Ey! ¡Manchadme un poco a mí! - Dijo Celia.
Carmen, Helena e Irene se hicieron un poco las locas, así que Kirk se puso a mancharla. Mientras, ellas observaban riéndose y Helena le dirigió una de sus miradas.
Kirk comenzó a manchar a Celia sin mirarle a la cara demasiado. Sabía que estaba rojísimo de vergüenza y no quería que Celia se lo notara. Le manchó la espalda, las caderas, pero no se atrevía a más. Riéndose, Helena se acercó con la mano manchada y dijo:
-A veeer muchacho, déjate de tonterías -le dijo Helena mientras manchaba una de las tetas de Celia y mirándole con una sonrisa de oreja a oreja- ¡Que parece que te de vergüenza!
-Hombre... ¡yo que sé!- dijo Kirk medio balbuceando y dirigiéndole una mirada de odio a Helena. Y acto seguido se puso con el maletín a sacar las cosas, para que no se le notara lo rojo que se había puesto.
Sacó vendas, gasas, apósitos, esparadrapo, pinzas, vías, jeringas... Pensó que molaría que pareciera que Celia e Irene tuvieran una vía "puesta" así que se puso a pensar mientras le quitaba las agujas a los tubos.
Helena en ese momento se sentó a su lado a preparar las ceras de la cara.

-Eres una caaacho de cerda... - le reprendó Kirk.
-¡Jajaja! Es que estabas super pardo joder... Y además todo rojo.
-Bah, total, no va a pasar nada.
-Mmm... ¿Tú crees? - le dijo guiñándole un ojo.
-Eeeeh... ¿qué?
-Creo que han cambiado las tornas, pero no prometo nada...
-What? No me lo creo...

-Bueno, tú dedícate a lo tuyo, que es hablar con ella, ¡que estas tó soso hijo mío! ¡Bueno! ¿quien quiere que le pinte? - dijo a todo el mundo levantándose.

Total, empezaron a pintarse las caras, a terminar los últimos toques de los disfraces, que si Kirk poniéndoles las vías a Celia e Irene, repartiendo pinzas y accesorios a Helena y Carmen, Carmen vendándole la cabeza a Celia e Irene... Un espectáculo, vamos. Se despeinaron y llenaron el pelo con la cera blanca y ya estaban listos para salir.  Se hicieron fotos y se dirigieron a la Tabernita. Por el camino se dedicaron a asustar a niños y personas mayores. Resumiendo, llegaron pronto a la tabernita y cogieron una mesa. Típico desfile de cervezas, tapitas, muy a gusto. Tras eso se dirigieron al City, como siempre.

En el City ya... bueno, se encontraron con Rafa y más gente y fue todo el rato de cervezas y risas. Cogieron una mesa y se sentaron. Celia estaba en uno de los bancos entre David y Carmen y Kirk andaba por fuera hablando. Tras un rato, se acercó a la mesa y empezó a hablar con ella. Hablaron un poco de todo, pero como estaban lejos, no se escuchaban bien y la mayor parte del tiempo sonreían y asentían. Entonces, David se levantó a por cervezas. Kirk le pidió una y aprovechó para sentarse a su lado:

-Me siento aquí, ¡que no te escuchaba bien!

Siguieron hablando de todo y nada y surgió la chispa del Maestro Sabina, que hizo que hablaran muchísimo más rato y de más cosas, recitaran canciones y poemas, rieran... Todo iba muy bien. Entonces, decidieron cambiar de aires y se fueron al 100 Chupitos, a tomar unos cuantos. Allí Kirk estaba otra vez más inseguro, pero bueno, siguió intentándolo. Aunque no lo había conseguido el día anterior, la convenció de que se tomaran los dos el chupito más fuerte que había. Tras eso, se fueron todos al Desván, y por el camino, echaron un cigarro para bajar aquel chupito.

Bueno, llegaron al desván. La noche había avanzado rápido, aunque no era demasiado tarde. En el desván se pidieron otras cuantas cervezas y estuvieron ahí, aunque más bien de apalanque, ya que pillaron mesas y sillas. Ellos se sentaron cerca y empezaron a hablar otra vez y a hacerse fotos con una cámara que no era suya. Estaban muy cerquita hablando, e incluso ella se acomodó la pierna por encima de las de Kirk. En el fondo, Helena y Carmen comentaban la jugada riéndose y les hacían gestos. Rafa no paraba de darle golpecitos en el pie y le guiñaba el ojo. Tras un buen rato así, Celia le dijo:

-¿Nos tomamos un chupito?


Kirk sin dudarlo le dijo que sí. Fueron hacia la barra y el camarero les dijo que no había chupito. "¡Qué putada!" Dijeron, así que se pidieron una cerveza a medias. Cuando iban a volver a la mesa, vieron que les habían quitado las sillas, asíque se quedaron de pie junto a una columna. Celia estaba apoyada contra la columna. Kirk estaba más nervioso que en ningún momento de aquellos tres días. Helena no paraba de hacerle gestos y decirle sin palabras: "¡Venga, mongolo!". Kirk no recuerda muy bien el primer momento en el que sus labios rozaron los de Celia, pero finalmente se besaron. Y no fue un beso corto, duró mucho. Kirk se sentía tan bien que no quería que aquel momento acabara nunca. Celia comentó algo de su piercing en el labio. Kirk contestó una tontería y siguió besándola. En el fondo del bar, había una revolución. Helena y Carmen chillaban de alegría y se abrazaban. Rafa chocaba los cinco con los demás.

Llegó el momento de irse del desván. Les habían quitado la cerveza pero a ellos les daba igual. Los demás se dirigieron al Lancelot y ellos dijeron: "Mmm... Ahora vamos..." Y siguieron a lo suyo. Cuando ya por fin los echaban del bar se dirigieron al Lancelot. Celia se fue al baño y Kirk abrazó a Helena.

-¿Qué, ya estas contento?
-Miravé si estoy contento -
Dijo Kirk con una sonrisa de oreja a oreja.

Chocó con Rafa y éste le insistió: "¿Te lo dije, o no te lo dije?" Kirk tuvo que darle la razoón y se quitó la bata, y esperó a que Celia saliese, quería estar mucho más rato con ella. Finalmente, llegó la hora de volver a casa. Cogieron un taxi  y Carmen se sentó delante. En el asiento de atrás iban Celia, Helena y Kirk. Pero para Kirk y Celia no existía nadie más en ese taxi que olía a alcohol. Se besaban, se acariciaban, se querían sin todavía sentirlo. Pero como todo, ese viaje en taxi no podía durar para siempre. Llegaron a casa de Carmen y ella debía irse, volvía a Murcia. Se despidieron y se dijeron adios. De sus bocas no salió, pero estaba implícito el "ojalá que volvamos a vernos".

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